Si se lee el periódico: “es la hora del ‘liderazgo’ y el ‘emprendimiento’”; pero si se habla del futuro: “aún no llegan el ‘liderazgo’ y el ‘emprendimiento’”. Si se oye a cualquier joven: “somos la generación del ‘liderazgo’ y el ‘emprendimiento’”; pero si se oye a cualquier viejo: “ya no queda nada de aquel ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’”. Para el desempleo, ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’, para la corrupción, ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’, para el aburrimiento, ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’, para la falta de creatividad, ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’, para no tener que salir de la monotonía, ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’.
Ambas son palabras que se pronuncian con recurrencia, pero que en general salen vacías, desprovistas de sustancia, como si la sola combinación de letras significara ya algo venerable. Es evidente que hay poco interés en que estos vocablos se llenen de contenido, pues vacíos, o medio vacíos, sirven como simples sellos de presentación con los que se cree construir prestigio e identidad. Llegar a llenarlos con sinceridad implicaría renunciar a la comodidad de su uso, develar el rostro real del sujeto que las enuncia y arriesgarse al cambio.
‘Liderazgo’ y ‘emprendimiento’ son palabras que, como tales, en su uso, pueden llenarse tanto de transformación como de resistencia a ella, al igual que pueden vaciarse para llenarlas de acuerdo a la ocasión. En Caldas se han convertido en trincheras con las que algunos sujetos se protegen del cambio y refuerzan la conservación, a pesar de que las dos podrían representar una fuerza irrefrenable dentro de lo político. Así pues, al discutir sobre lo que se concibe dentro de estas palabras, la búsqueda, más que por sus significados, debe comenzar por el sujeto político que las enuncia y les da, o no, contenido.
Si se comenzara por explorar al individuo caldense, ese que habla de ‘liderazgo’ y ‘emprendimiento’ como si se tratara de arrojar papelitos al aire, podría verse que el uso que hace del lenguaje parte de la definición de su subjetividad política. Esos usos calculados y obscenos de las dos palabras, son propios de un sujeto que espera reconocimiento y un lugar de poder. Son “lidermiento” y “emprenderazgo”: usos que nos han traído hasta este lugar de corrupción y estancamiento, este lugar donde ‘emprendimiento’ y ‘liderazgo’ son una ficción que hace sentir cerca algo que no llegará, una realidad mejor, y hace creer que se ha dejado de ser lo que se sigue siendo, sujetos en carencia. Todo esto ha sido generado por un sujeto político que no se reconoce, ansioso de poder, que encubre su historia, que por miedo o conveniencia calla la verdad y guarda secretos públicos, que utiliza el derecho y los medios de comunicación para el olvido antes que para la memoria.
Pero hay ilusión. Cambiar este uso oportunista por un uso constitutivo, ético, sincero, sí es posible, y lo es desde otro sujeto político, uno que se piense distinto, que enuncie estas dos palabras como lo que son, una irrupción hacia fuera, pero antes, una irrupción hacia adentro. La esperanza de Caldas no reside sólo en la enunciación, reside más en el sujeto que se reconoce en la carencia y no en la fantasiosa adulación; que mira hacia atrás y acepta que ha gozado con la injusticia y la violencia de su historia; que examina el provecho que ha obtenido del olvido; que ante la crítica reflexiona en vez de caer en la negación; que se arriesga en apuestas colectivas; que vence el miedo que le impide reconstruir y narrar la verdad de esta tierra; que se atreve al cambio pero no a la hegemonía; que no necesita un padre o un padrino que le preste palabras y le muestre caminos; que entiende la política como empoderamiento y no como subsistencia; que comprende que ni dentro de “nuestra mejor empresa” puede tramitarse toda la sociedad; que siente que la entrega por el otro inunda de ética los actos; que ve en el liderazgo una irrupción que quiebra, que rompe, y en el emprendimiento la rebelión constante que resiste a la dificultad y al encuadramiento de los sistemas.
El sueño es que en vez de líderes y emprendedores, y en vez de palabras vacías atosigando el aire, haya sujetos políticos que decidan buscarse, construirse y afirmarse desde la ética y desde el uso sincero del liderazgo y el emprendimiento; un uso en el que éstos ni siquiera se necesitan nombrar.
Bogotá D.C., octubre de 2010
(Publicado en el periódico LA PATRIA de Manizales – Caldas. 29 de octubre de 2010)
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