Remember, remember
The 5th of November
The gunpowder treason and plot
I know of no reason
Why the gunpowder treason
Should ever be forgot.
Nunca pensé que llegaría a ver un fantasma, menos pensé que podría llegar hablarme. Lo cierto es que lo vi, y debo confesar que no era uno sino varios; no alcancé a contarlos porque el número se escabulle aún de mi entendimiento y de mi memoria; no me contaron sólo a mí sus verdades, simplemente las gritaron al aire en un recinto donde nos encontrábamos todos quienes pronto nos entenderemos como colegas.
Cierto es que mientras ese edificio ardía muchos no habíamos nacido, cierto es que nuestros oídos ni siquiera lograron escuchar el zumbido de las balas y el retumbar de los cañones, sin embargo, al parecer en este caso, sus fantasmas, haciendo caso omiso del recurrente olvido nuestro, andan rasguñando la puerta de esta Facultad, demandándonos justicia y una verdad que no deja de caracterizarse por su tardanza
El 6 de Noviembre de 1985 ha evidenciado las más horrorosas debilidades de nuestra particular colombianidad política y social. Este día lleva más de 20 años significando muerte, guerrilla, gobierno, militares, conspiración, narcotráfico, víctimas y desaparecidos. Pero en este caso, con el respeto que merece tal significación y sin querer menospreciarla, creo profundamente que los fantasmas han dejado ahora una nueva verdad pendiente sobre la mesa.
Esas imágenes, a pesar de su estética muy ochentera, parecen hablar de un pasado que no se ha ido, de unos días que parecen perpetuarse en el presente. Ni las armas ni los uniformes han dejado este país, las palabras bélicas continúan incrustadas en nuestro castellano y vocablos como Plaza, Vega, Petro, Navarro, Escobar, Tovar, Velásquez, son apellidos oídos por mis padres en aquellas fechas, pero tristemente también oídos por mí en cualquier día de estos que solemos vivir.
Observando balas y sangre de épocas diversas, parece que la “Coincidencia” quisiera demostrarnos que los “Fantasmas del Palacio”, son más bien los fantasmas de toda una democracia; son espectros, fruto de la realidad colombiana, que todos los días dejan sus tumbas para señalarnos una verdad que va más allá de los muertes, las explosiones y los desaparecidos de aquel 6 de Noviembre.
Siento que son fantasmas que han venido a intentar permanecer en nuestra memoria, siempre buscando que al final reconozcamos de una vez por todas ser una sociedad con una enfermedad profunda. Un mal que va más allá de ese tan renombrado “conflicto” que hemos tomado como simple trinchera para evadir la aceptación de una causa maligna primigenia.
Por mi parte debo advertir que me fue revelado lo siguiente: No deberíamos olvidar la Toma del Palacio de Justicia, pero más que por no echar al olvido los fatídicos hechos de ese día, no debemos hacerlo por ser un símbolo más de la convulsionada dinámica social y política de una Colombia que continúa resistiéndose a aceptar el cáncer que esconde bajo el caos de las balas, bajo la compasión por la pobreza y bajo el discurso de una democracia quimérica.
The 5th of November
The gunpowder treason and plot
I know of no reason
Why the gunpowder treason
Should ever be forgot.
Nunca pensé que llegaría a ver un fantasma, menos pensé que podría llegar hablarme. Lo cierto es que lo vi, y debo confesar que no era uno sino varios; no alcancé a contarlos porque el número se escabulle aún de mi entendimiento y de mi memoria; no me contaron sólo a mí sus verdades, simplemente las gritaron al aire en un recinto donde nos encontrábamos todos quienes pronto nos entenderemos como colegas.
Cierto es que mientras ese edificio ardía muchos no habíamos nacido, cierto es que nuestros oídos ni siquiera lograron escuchar el zumbido de las balas y el retumbar de los cañones, sin embargo, al parecer en este caso, sus fantasmas, haciendo caso omiso del recurrente olvido nuestro, andan rasguñando la puerta de esta Facultad, demandándonos justicia y una verdad que no deja de caracterizarse por su tardanza
El 6 de Noviembre de 1985 ha evidenciado las más horrorosas debilidades de nuestra particular colombianidad política y social. Este día lleva más de 20 años significando muerte, guerrilla, gobierno, militares, conspiración, narcotráfico, víctimas y desaparecidos. Pero en este caso, con el respeto que merece tal significación y sin querer menospreciarla, creo profundamente que los fantasmas han dejado ahora una nueva verdad pendiente sobre la mesa.
Esas imágenes, a pesar de su estética muy ochentera, parecen hablar de un pasado que no se ha ido, de unos días que parecen perpetuarse en el presente. Ni las armas ni los uniformes han dejado este país, las palabras bélicas continúan incrustadas en nuestro castellano y vocablos como Plaza, Vega, Petro, Navarro, Escobar, Tovar, Velásquez, son apellidos oídos por mis padres en aquellas fechas, pero tristemente también oídos por mí en cualquier día de estos que solemos vivir.
Observando balas y sangre de épocas diversas, parece que la “Coincidencia” quisiera demostrarnos que los “Fantasmas del Palacio”, son más bien los fantasmas de toda una democracia; son espectros, fruto de la realidad colombiana, que todos los días dejan sus tumbas para señalarnos una verdad que va más allá de los muertes, las explosiones y los desaparecidos de aquel 6 de Noviembre.
Siento que son fantasmas que han venido a intentar permanecer en nuestra memoria, siempre buscando que al final reconozcamos de una vez por todas ser una sociedad con una enfermedad profunda. Un mal que va más allá de ese tan renombrado “conflicto” que hemos tomado como simple trinchera para evadir la aceptación de una causa maligna primigenia.
Por mi parte debo advertir que me fue revelado lo siguiente: No deberíamos olvidar la Toma del Palacio de Justicia, pero más que por no echar al olvido los fatídicos hechos de ese día, no debemos hacerlo por ser un símbolo más de la convulsionada dinámica social y política de una Colombia que continúa resistiéndose a aceptar el cáncer que esconde bajo el caos de las balas, bajo la compasión por la pobreza y bajo el discurso de una democracia quimérica.
BOGOTÁ DC. JULIO/AGOSTO. 2007
(FORO JAVERIANO. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Jurídicas. III Trimestre 2007. Bogotá DC)
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