sábado, 14 de mayo de 2011

REGRESOS IMPERIALES

En Caldas nos llenamos de orgullo cuando relatamos los pasajes en los que gozamos del poder nacional. Nos encanta presumir que el triunfo de nuestros políticos en la Nación, en Bogotá, es el triunfo del departamento, el triunfo de todos. Por eso llevamos más de cien años recibiéndolos, cuando vuelven, tal y como el pueblo francés le daba la bienvenida a Napoleón al regresar de sus campañas; hasta los recibimos dispuestos a coronarlos como emperadores.


Después de ser alcaldes, senadores, representantes por Caldas, se van de ministros, de directores administrativos, de asesores presidenciales, de embajadores; incluso unos pocos llegan al gabinete del Distrito de Bogotá, que para nosotros, desde acá, es casi lo mismo. Mientras están ejerciendo esas funciones, por televisión nos dejan atónitos sus cargos más que sus discursos y a su regreso les endosamos los más altos valores de nuestra sociedad y las mejores cualidades políticas.


Poco se evalúa la forma en que esos políticos caldenses llegan a ocupar esos cargos en la Nación, y mucho menos se enjuicia la forma como, respecto de ellos, los caldenses encubren y borran verdades para vanagloriarse con esos nombramientos y para robustecer el culto a su imagen. Cuando nuestros políticos se van a trabajar por Colombia o por Bogotá, dejando un hálito de corrupción y de inmoralidad, Caldas calla el precio y las piruetas que aquellos requirieron para tocar esa gloria.


Pero es peor cuando regresan, pues la misma comunidad caldense prefiere olvidar las relaciones perniciosas que sostuvieron y los faltas que cometieron mientras ocupaban el importante cargo nacional o bogotano. En ello hay un afán por enaltecerlos como ejemplo moral y político; bien para que sean el faro indispensable de una ciudad y un departamento que se asumen incapaces de gobernarse por sí mismos, o bien para entronizar, gracias a su buen nombre y sus “títulos nobiliarios”, una bonita fachada de la cual se agarre nuestra sociedad para no recordar el constante infortunio de corrupción y mutismo que tenemos en casa.


Así pues que en Caldas no podemos dejar de evaluar la gestión de nuestros políticos en sus gestiones nacionales o bogotanas, sobre todo cuando vuelven. No debemos permitir que la importancia de un cargo ni la inmensidad de una hazaña hablen por sí solas, así nos duela, como departamento y como ciudad, desechar parafernalias imaginarias y dejar en evidencia hasta el más “ilustre” de los caldenses.


Se ha rumorado, por ejemplo, que quien prepara su regreso imperial es Néstor Eugenio Ramírez. Ya algunos en la ciudad comienzan a exponerlo como emisario de nuestras virtudes y como indiscutible líder de Manizales con derecho propio para repetir alcaldía. A pesar de estar trabajando para la catastrófica administración de Samuel Moreno en Bogotá, primero como gerente de la Empresa de Renovación Urbana (ERU) y después como director del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), en Manizales ya algunos han hecho eco para alzarlo como el gran técnico de las obras públicas y como el salvador de la debacle capitalina.


Así pues que hoy, cuando hay voces que preparan el regreso pomposo de siempre, no podemos olvidar que desde hace un año sobre la gestión de Néstor Eugenio en Bogotá vienen construyéndose múltiples dudas. La revista Dinero señaló, el 29 de octubre de 2010, que las sociedades Geos S.A.S. e Indecón S.A., con accionistas manizaleños, además de haber sido contratistas importantes del municipio durante su periodo como alcalde, hoy son reconocidas en Bogotá como fortines contractuales de Emilio Tapia Aldana, el reconocido “zar” del carrusel de la contratación en la capital. Incluso la segunda, creada en Manizales, hace parte del consorcio contratista que hoy ejecuta el proyecto del Centro Comercial de Cielos Abiertos de San Victorino; un contrato asignado por la misma ERU.


¿Cuál es la relación de Ramírez con estas sociedades y con sus accionistas manizaleños? ¿Por qué éstas, después de ser contratistas importantes en su alcaldía, se fortalecieron en Bogotá al tiempo que él arribaba a la administración capitalina? ¿Tiene Néstor Eugenio algún tipo de relación con Emilio Tapia por intermedio de estas sociedades? ¿Cuáles han sido los contratos celebrados por la ERU y por el IDU con estas empresas mientras Néstor Eugenio ha estado a la cabeza?


Son dudas sanas para los manizaleños que deben ser resueltas. Lo cierto, es que mientras Caldas aguarda el regreso de quienes vienen de cargos de relevancia nacional, con gestiones llenas de dudas, muchas personas, realmente meritorias y sin oportunidades, deciden irse para no volver.


Bogotá D.C., marzo de 2010


Publicado en el periódico LA PATRIA de Manizale (Caldas) el 2 de abril de 2011.

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