jueves, 18 de febrero de 2010

CARTA ABSTENCIONISTA

Bogotá D.C.

Amigo conservador:

Esta es una carta abstencionista y no lo es precisamente porque me abstendré de entregarla o de promocionarla. Esta es más bien una carta que invita a abstenerse. No a las calorías y el alcohol pues esa parece ser una batalla ya perdida en la esquizofrenia de nuestro pueblo. Invita es a abstenerse de legitimar aquello en lo que no se cree. No pretendo escribirla porque sea lo que el pueblo deba hacer. La creatividad del pueblo es infinita y toda palabra solitaria es insuficiente pues es un pincel con una sola pintura. La escribo porque quiero hablar de una opción de destrucción y de creación que es ineludible en los referendistas días que vivimos.

El abstencionismo es una expresión democrática y no es que lo sea porque la Constitución lo permita. La abstención es democrática siempre que sea un acto del pueblo. No pase por alto que el constituyente primario está por encima de lo constituido y en consecuencia jamás podrá verse encerrado dentro de los límites que él mismo ha creado. Así la Constitución prohibiera la abstención el pueblo cuenta con toda la fuerza y la capacidad para actuar como lo disponga. Es obvio que el constituyente primario puede caminar una senda inconstitucional si así lo quiere. Las vías democráticas no son las que la Constitución señala como tales. Las vías democráticas son las que el pueblo va generando en su trasegar en tanto pueblo y como poder constituyente.

Es aquí amigo en donde se demuestra la perversidad y la fragilidad del “estado de opinión” que se ha planteado. Éste nos habla de “un pueblo en línea directa con sus gobernantes” pero en el fondo pretende que ese pueblo actúe sólo por las vías que la hegemonía promocione (el SÍ o el NO) pero nunca por otras (la abstención). Pero el “estado de opinión” se rompe cuando el pueblo se sale del montaje y entiende que puede actuar por fuera de los modos planteados por su gobierno. Sigue habiendo “línea directa” pero al hacerse por medios imprevistos y perjudiciales para este poder constituido viene la protesta del “estado de opinión” que naufraga.

El espíritu que guardan las normas constitucionales sobre el referendo permite notar que el umbral exigido tiene sentido. Bajo el régimen anterior salían adelante reformas sin ninguna legitimidad. En aquellos días sólo bastaba la participación de una pequeña parte de un pueblo inconforme e indiferente. La idea de la Constitución del 91 con el umbral mínimo no es sólo para garantizar la legitimidad de las reformas. Con el umbral para el referendo la Constitución reconoce que pueden existir más expresiones democráticas con validez constitucional.

Espero que sea abstencionista no sólo con los fritos y la cerveza. Absténgase como lo ordena recurrentemente su partido en defensa de los valores “cristianos” y las buenas costumbres. Absténgase de votar el referendo como por disciplina debe abstenerse del “gustico” y del “cachito”. No deje de oír y de ver. La sordera de su vejez espiritual no le deja oír que en la vida no todo es de blanco o de negro o de grises. La ceguera de su vejez intelectual no le deja ver que no todo en la vida es un SÍ o un NO o un TAL VEZ. Vida a lo mejor también es una ausencia de color. Vida a lo mejor también es una palabra imposible. Negro es ausencia de luz no ausencia de color y entre un NO y una palabra imposible hay una eternidad. Democracia no es sólo aprobar o improbar. Democracia es también abstenerse.

Ahora me despido. Debo confesarle que escribo esto sólo con puntos porque sé que le molesta tanto como le molesta la abstención. Quisiera haberlo escrito hasta sin párrafos pero lo dejaré para cuando venga el pueblo y nos sorprenda una vez más con su inagotable creatividad.

Siéntame por distante en la cercanía.

TERCERO VERNAZA

Bogotá D.C., febrero de 2010

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