jueves, 3 de junio de 2010

BIENVENIDA LA VIEJA POLÍTICA

Quería hacer un artículo serio, pero me advirtieron que tenía que ser picaresco y chistoso. Sentí entonces que debía montarme en la nueva ola: escribir como todos esos que se creen Samper Ospina; es algo como pasar de ser un alfredomolanito a ser un samperospinito, es decir, quitarme la mochila para pasar a ser un joven del Campestre o del Moderno con buena escritura, que dice promover el cambio desde las letras, pero eso sí, con humor para no incomodar y no incomodarse. Vamos a ver cómo me va, espero que no me vaya muy bien.

Dicen por todos los medios y de todas las formas que hay que darle oportunidades a los jóvenes en la política porque ellos conservan la pureza del Divino Niño y no tienen los vicios de las viejas formas. Según dicen, un joven no persigue contratos para amigos costeños y, como viven sin plata, lo de la tejas y lo de los mercados se les va en fotocopias y por eso no pueden esperar que la capital del país elija a su hermanito bobo como alcalde.

Dicen que un joven, por ser joven, es sano y no espera “unir esfuerzos (burocráticos) con el gobierno”, y eso es cierto, por eso no debemos dejarnos engañar por lo que dice la gente sobre Vargas Lleras y sobre Andrés Felipe Arias. No nos dejemos llevar, no seamos injustos con estos jóvenes políticos del país, ellos dos no son así: Vargas y Arias no son jóvenes. Por más que las pataletas de quinceañera del primero y la minoría de edad del segundo nos lleven a creer lo contrario, es evidente que Vargas, por su voz, ya no está para cantar con los niños cantores y que el niño Arias tiene pensamiento no de viejo verde sino de viejo azul, tan viejo y tan azul como un Ómar Yepes o un Roberto Gerlein.

Un amigo con más tiempo en la política me lo advirtió y yo no hice caso. Tuve que sufrirlo en carne propia para entender que si bien los jóvenes no tienen los vicios de la vieja política, a excepción de la marihuana, tienen otros más tenebrosos y dañinos. Los jóvenes políticos se comportan como presidenticos y eso los hace igual de calculadores, egocéntricos y celosos, pero más patéticos aún, pues su mayor logro es que el jefe del partido los salude, se aprenda sus nombres o se tomen un foto con él.

Generalmente, dentro de la dinámica de un partido, un joven no busca puestos, en plural, busca es puesto, para él, y hasta se los inventan. Y ojalá fuera un puesto para gestionar sus oscuros intereses particulares, pero no, es sólo para poder tener un título antes de su nombre, para engordar la hoja de vida cuando busca puesto de patinador o de monitor de clase, o, cuando es hombre, para descrestar niñas los fines de semana diciéndoles que es sub-vice-coordinador-local-de-juventudes del partido o secretario-del-asistente-del-asesor-del-concejal.

Si se quiere observar mejor a uno de estos pececitos políticos en su agua, es interesante remitirnos a cualquier tipo de elección que surja entre jóvenes. Hablemos por ejemplo de la elección de representante de estudiantes en la universidad. Lo principal que hay que decir es que los jóvenes se toman estas elecciones muy en serio, tan en serio que los candidatos, en un foro, se sienten en el estudio de Caracol como si los vieran millones de personas, cuando están solos y a nadie le importa si están de acuerdo o no con la invasión a Ecuador.

Los jóvenes candidatos dicen estudiar mucho tiempo para sus propuestas, sabiendo que éstas las puede proponer cualquiera con una carta dirigida al consejo directivo de la universidad. Los candidatos nombran comités de campaña y a hasta el gabinete con sus amigos, y eso no está mal, lo triste es que haya alguien dispuesto a seguirle la corriente. ¿Lo ven? sea cual sea la campaña, un joven siempre está buscando un cargo para conquistar niñas.

Mientras un personero en el colegio propone piscinas, canchas, papel higiénico, un representante de estudiantes en la universidad propone piscinas, canchas, papel higiénico; de vez en cuando, en un desborde de infinita creatividad, proponen sobre el requisito del inglés, sobre los preparatorios de derecho, sobre los grupos de investigación, sobre el consultorio jurídico: ¡puro populismo! ¡Digna representación de la vieja política! No importa que los profesores no cumplan el reglamento, no importa que la forma de enseñarnos sea retrógrada y mecánica; no, eso no importa, eso no da votos y, además, meternos en esos temas puede provocar la revocatoria o, en el peor de los casos, una revolución universitaria en la que el representante de los estudiantes será el primero en pasar a la guillotina.

Los estudiantes saben que esta forma de hacer política universitaria es inútil y precaria, pero cómo matar la gallina que da huevos, cómo acabar con lo que da réditos tan fácil. Muchos jóvenes políticos están dispuestos a hacer lo que sea por poder, creen que un puesto llenará el vacío de su personalidad, o acabará con sus años de verano. Por eso unos dan prebendas por votos (un saludo, un piquito, una cerveza, un abrazo, porque no hay plata para más), otros simplemente se roban la elección, y allí sí que hay creatividad, como por ejemplo usurpar los BlackBerry de la gente para efectuar el voto en una elección virtual.

Si esta es la cara joven de la política, bienvenida sea la vieja.

Bogotá D.C., mayo de 2010

(Publicado en el periódico FORO JAVERIANO. II Trimestre 2010. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Jurídicas. Bogotá DC)


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