martes, 30 de septiembre de 2008

EL DÍA DEL PITAZO FINAL

El Gol es algo tan sagrado que las profanas manos del Derecho difícilmente pueden alcanzar; pero poco importa cuando hay un reglamento por aplicar.

Pienso “deque” es un orgullo para mí, atendiendo a la confianza que me ha brindado “el profe”, tener la oportunidad de, además de “venir a aportarle al equipo lo que uno sabe”, exponerles el momento histórico que he presenciado y que ha partido en dos, o más bien en 22 más un arbitro con balón, la historia del Derecho. Tengo el honor de, mas que de hacer parte de “la seletción”, contarles como el Derecho ha tenido la gracia divina de recibir en su nómina histórica (“el fantasma” Hammurabi, “el patrón” Justiniano, Bartolomeo “el saxo” Ferrato, Hans “el mono” Kelsen, Duncan “pikiña” Kennedy, entre otros) toda la experiencia que ha venido a ofrecerle el deporte más popular del mundo, el fútbol; quizás lo más “popular” en que los abogados participamos.

Roberto Fontanarrosa, un escritor y caricaturista argentino sometido a la crueldad de la locura por el fútbol, antes de morir tuvo la oportunidad de enseñarnos que quienes hemos asistido en vivo y en directo, o en televisivo e indirecto, a la definición por penales que permitirá a nuestro equipo seguir en la Copa Libertadores, debemos tomar conciencia de que si hemos sobrevivido a ello, a superar la muerte a cada disparo desde los doce pasos, tenemos asegurado un futuro de fortaleza física y mental inapelable. Él estaba convencido de que el fútbol estaba creando una raza mejor y más fuerte, tal como las cucarachas que sobreviven incluso a explosiones atómicas, tal como los hinchas de Millonarios que aún viven sin verlo campeón, tal como los que aún no pasan el preparatorio de Derecho Privado.

Pero vaya sorpresa lo que no pudo Fontanarrosa ver: ¡Abogados jugando fútbol! Sí, dizque jugando fútbol. Sí, dizque abogados. El maestro argentino se equivocó en parte, pues si bien el fútbol venía depurando la especie humana, es en este punto donde ya podría hablarse del punto culminante de la evolución: Un abogado de guayos y “cortos”, mostrando las “pálidas” e intentando dominar un balón con los pies. Somos tan superiores que no necesitamos meter goles para ganar, pues con sólo el reglamento logramos eliminar contrarios; obvio, sí sabemos cuando es que la forma debe primar sobre la sustancia. El arbitro para nosotros es poca cosa, siempre existe la forma de persuadirlo, de engañarlo, de insultarlo (o sus espaldas generalmente), de comprarlo en casos extremos, o de interponerle un recurso de reposición (bueno aún no, pero uno nunca sabe con lo de la Reforma de la Justicia); el “de negro” no nos amedrenta, somos los abogados quienes sabemos cómo es que se actúa ante un juez.

Fútbol y Derecho, muy juntos aunque no lo crean, es algo que enorgullece el Derecho pero que al parecer profana el fútbol, puesto que aún, siendo la raza superior de quienes dominamos la “pecosa” mientras en el camerino nos espera el Estatuto Tributario, no conseguimos salir airosos al acercarnos a algo tan sagrado como el Gol, eso sí, no es por culpa de nuestra inhabilidad deportiva, sino porque aún no encontramos la vía (“de hecho”) para solucionar nuestra débil ofensiva. Lo que por ahora me queda claro, es que en el fútbol como en el Derecho, puede ser una mentira la fantasía popular de que la sabiduría viene con los años, además de que nos enseñan, ambos, a no estar seguros de nada, a dudar de todo: en el fútbol “nada está escrito”, y en el Derecho hay que “esperar la jurisprudencia de la Corte”.

¡Pero Roberto algo pasa! Sé que estabas convencido de que el fútbol, como las mujeres, es, en principio, inexplicable; leímos como aseguraste que “por fortuna, Dios, en su infinita sabiduría, mantiene a las mujeres algo alejadas del más popular de los deportes”; sólo vos podías estar seguro de que “sería extenuante, indudablemente, procurar entender ambos fenómenos al mismo tiempo”; sin embargo si estuvieras vivo te sorprenderías como las mujeres se acercan cada vez más a la “grama” y a la “tribuna”, pero no sólo mujeres Roberto, también abogadas. Un fantasma recorre el mundo, algo está cambiando Roberto, ojalá te quedes allá disfrutando de la eternidad mientras el mundo se hace llamas.

BOGOTÁ DC. SEPTIEMBRE. 2008
(FORO JAVERIANO. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Jurídicas. III Trimestre 2008. Bogotá DC.)

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